FRAGMENTOS DE ETNOGRAFIA III

El bar Erobon se encuentra al lado del Mercado de pescado de Boudoudy, en el extremo noroeste de la ciudad, en la orilla del rio Casamance. De hecho, cuando vas de día ves que ponen las sillas literalmente en la orilla. A esa hora, como no tienen luz exterior, siempre nos sentábamos dentro, aunque “dentro” aquí es más bien una forma de definir la separación entre dos espacios que el lugar en sí ya que no tiene paredes, solo techo y columnas. Cuando llegamos aún no estaba, así que nos pedimos dos Flags  y nos sentamos en una esquina para huir del sonido de la televisión que retransmitía fútbol a todas horas. Eran sobre las 19.30h cuando apareció Madien. Era un hombre de unos 40 años bajito y delgado. Con semblante tímido se acercó a Souley, quien nos presentó. Después de los primeros saludos y de que le sirviesen algo de beber, estuvimos hablando aproximadamente una hora. Fue una conversación distendida, pero en momentos parecía que le estuviésemos arrancando las palabras. Me dijo que no hablaba muy bien francés y aunque se defendía más de lo que advirtió, puede que ese fuese el motivo de un tono de voz sigiloso que casi te obligaba a adivinar sus escuetas respuestas. En varias ocasiones tuve que frenar a Souley para que no se adelantara a su discurso, siempre más lento, reflexivo y reposado. Madien Tamba empezó a ser conductor de mototaxi en el 2012, siendo uno de los primeros jakartamans de Ziguinchor, aunque en ese momento no se definía como tal. Era simplemente un transportista que usaba la moto para repartir paquetes. En un principio no realizaba ni siquiera actividades como taxista; de hecho, nadie se imaginaba -ni el propio Madien- que estaba sembrando el embrión del oficio de jakartaman en Ziguinchor. “Éramos solo tres chicos con motos privadas que transportábamos cosas, casi de manera clandestina. Nadie sabía lo que hacíamos, ni los taxistas”. Nos explicó que anteriormente él ya se dedicaba al reparto a pie o en carretilla. “Llevaba cosas de arriba abajo por Ziguinchor”. Sonrió mientras nos contaba que ahora parecía que no existía la comercialización o el intercambio antes de la llegada de las mototaxis. “Los puertos y los mercados funcionaban igual, lo único que ha cambiado ahora es el tiempo, va más rápido”.