Diario de campo – MOVER https://mover.cat Movilidades desbordadas Thu, 07 Oct 2021 11:50:48 +0000 es hourly 1 https://www.freepress.coop?v=5.0 https://mover.cat/wp-content/uploads/2021/02/cropped-Logo_MOVER-32x32.png Diario de campo – MOVER https://mover.cat 32 32 FRAGMENTOS DE ETNOGRAFIA VII https://mover.cat/zinguichor/fragmentos-de-etnografia-vii/ https://mover.cat/zinguichor/fragmentos-de-etnografia-vii/#respond Wed, 23 Jun 2021 14:01:54 +0000 https://mover.cat/?p=726 Lo que se siente sentada en una moto detrás de un conductor de mototaxis no eran sino mis propias manos agarrando la espalda de un desconocido, la osadía de su cuerpo y sus músculos en tensión. Esos dos cuerpos, tozudamente obligados a rozarse encima de una máquina en movimiento, pasaban de ser el del motorista y su pasajera a entremezclarse en un alud de atracciones atolondradas e inoportunas, súbitas y bruscas, como los que provocaban los baches que desplazaban mi cuerpo unos milímetros hacía atrás y los frenazos que me exigían volver a unirme en una intimidad inevitable. Una pelea entre cuerpos, deseo, libertad y la paradoja del riesgo físico compartido. En ese momento, mientras el aire golpeaba mi cabello suelto sin casco y mis ojos se cerraban por el polvo levantado, sólo podía agachar la cabeza hacía los hombros del motorista y sentir su olor y su juventud, que se sentía irresponsable, irreflexiva, firme y valiente.

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FRAGMENTOS DE ETNOGRAFIA VI https://mover.cat/diario/fragmentos-de-etnografia-vi/ https://mover.cat/diario/fragmentos-de-etnografia-vi/#respond Wed, 23 Jun 2021 16:01:13 +0000 https://mover.cat/?p=724 Lo primero que sorprende al pasear por las calles de Ziguinchor es la gran cantidad de mototaxis que circulan atajando rápida y tenazmente entre coches y autobuses. Se desenvuelven en la ciudad como si fuesen sus dueñas. A pesar de su corta edad, da la sensación de que están allí desde antes de la construcción de la misma. Como si fuesen conocedoras de cada recóndito rincón.  Parece que este medio de transporte nació para vivir en público, mostrando ostentosamente el dinamismo de su juventud, moviéndose entre los vehículos -tan  pesados en comparación- sin ningún tipo de permiso. De esta manera, las mototaxis han revolucionado la movilidad y las políticas de movilidad, creando defensores y detractores a su paso entre los usuarios, competidores del transporte público y las autoridades. Es precisamente esta exhibición de sus atributos la que las hacen atractivas también a las críticas, en particular a todas las relacionadas con los accidentes de tráfico. Desde mi llegada a Ziguinchor, incluso sin preguntar sobre este medio de transporte en concreto, se acumulaban en las conversaciones los reproches por ser las causantes de los accidentes de tráfico en Senegal. Varias veces a lo largo de mi etnografía se me había transmitido esta percepción. Frases como “Son máquinas de matar” o “Las motos cuando se las dan a los niños son peor que armas” o, incluso, “Ya puedes darte prisa en hablar con los jakartamans porque pronto estarán todos muertos”, estaban anotadas en mi diario de campo, ejemplificando el mayor estigma sobre los jakartamans como responsables de accidentes. Todo el mundo parecía querer expresarme su preocupación por este tema y, la asociación de jakartamans, no era la excepción.

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FRAGMENTOS DE ETNOGRAFIA V https://mover.cat/diario/fragmentos-de-etnografia-v/ https://mover.cat/diario/fragmentos-de-etnografia-v/#respond Wed, 23 Jun 2021 16:00:21 +0000 https://mover.cat/?p=722 Llegó un día que el bombero nos invitó a Souley y a mí a tomar un café en su casa. Era la mañana de un sábado y, para resguardarnos del sol, decidimos entrar en el salón donde había dos sofás con un par de chicas adolescentes tumbadas mirando la televisión, mientras tres niños jugaban delante revolcándose por el suelo. Nos alargó tres sillas y nos sentamos en una esquina de la puerta de la entrada. Una brisa, entre los rayos de luz, deleitaba con su presencia intermitente el encuentro. Allí, sentados, se creó una atmosfera de intimidad, como si de tres viejos amigos se tratase. Y, supongo, que la comodidad de la situación hizo que la conversación se volviese más personal. Mamadou, sin abandonar del todo el discurso oficial, acabó confesándonos su frustración e impotencia cuando trataba de gestionar la siniestralidad vial de los jakartamans con la policía. “Como cuerpo del Estado -empezaba- tenemos la obligación de asegurar su protección, pero a los policías parece que les da igual. Los mismos documentos que te entregué a ti, se los he enviado al prefet y la marie: Pero nada. Ya no sé qué hacer”. Parecía, de repente, como si bomberos y jakartamans tuvieran el mismo enemigo en común: la policía. El paternalismo mostrado hasta ahora hacía estos “chicos” conductores de mototaxi, se estaba convirtiendo ante mis hijos en fraternidad. Supongo que Souley también lo notó cuando dijo: “Los bomberos son la fuerza de la población y la policía, de la represión”. Nos reímos ante el lema expuesto y hablamos de las diferencias de objetivos entre la policía y los bomberos. Debe ser una de las pocas percepciones universales que existen, la de que los bomberos están siempre de parte del pueblo.

Estuvimos horas allí, mientras iban entrando y saliendo pesqueros y jakartamans. Algunos con un café en la mano se sentaban con nosotros para ver que hacíamos y, se acabó creando un debate sobre los nombres y los grupos étnicos. Llegamos a la conclusión que la asociación de jakartamans de Ziguinchor está constituida por varios grupos étnicos. Por orden de mayor a menor número de miembros encontramos:  mandingas , wolofs , joolas , peuls , manjaks , toucouleurs , serers  y khassonkés . Entre mandingas, wolofs y joolas se encuentran la mayoría de los miembros de la asociación, aunque el comité central está formado por un joola, el presidente -joola fogny  para ser más precisos- y dos peuls. Las explicaciones que iban surgiendo del motivo de que la mayoría de jakartamans eran de estos grupos étnicos eran bastante curiosas y se basaban más en estereotipos que en análisis científicos. Los comentarios que más se repetían eran que “Los wolofs están en todas partes” o “Los wolofs lo quieren todo”. En cambio, los mandingas eran descritos como “adaptables” o “se buscan la vida”. Y los joolas “son los de aquí”. En otro orden de ideas, también hubo observaciones en relación a que casi no había peuls en la asociación y en cambio había dos en la junta. Aquí lo tuvieron claro: “Los peuls no trabajan si no es para mandar”. Las risas acompañaban estos comentarios jocosos creando un ambiente distendido que, aunque no me sirvió para satisfacer mi curiosidad sobre las causas de estos porcentajes, fue interesante por dos razones: ver las percepciones que se tenían de las diferentes etnias y, lo más importante, comprobar que no todos los jakartamans son wóolofs. Así que volvemos a la conexión con los movimientos juveniles urbanos. El wolof es la lengua vehicular por excelencia de los jóvenes urbanos.

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FRAGMENTOS DE ETNOGRAFIA IV https://mover.cat/diario/fragmentos-de-etnografia-iv/ https://mover.cat/diario/fragmentos-de-etnografia-iv/#respond Wed, 23 Jun 2021 15:59:33 +0000 https://mover.cat/?p=720 Un mañana de marzo de 2017, uno de esos días que habíamos intentado hablar con varias personas de la administración y, como nos pasaba en algunas ocasiones, después de horas esperando, no habíamos conseguido que nos atendieran. Eran las 13h y ni la sombra de la palmera que nos cobijaba nos servía ya para protegernos del sol. Souley se reía de mi por el calor que desprendía la rojez de mis mejillas y, con un tono empático pero socarrón, me dijo: “Bueno, ya es suficiente por hoy. Has aguantado muy bien ¿Nos vamos?”. Mi sonrisa le dio la respuesta. Así, que me ayudó a despegarme de la piedra donde estaba sentada y nos subimos a la moto. Al dejar el centro atrás, arrancó la brisa y con ella recuperé el habla y empecé a elogiar las maravillas de viajar en moto por Senegal. Creo que Souley se dio cuenta de que estaba perdiendo completamente el juicio e interrumpió mi embriagadez para decirme: “¿Sabes cómo le llamamos a la marca KTM en wolof? Keur gui, Tali bi, Morgue bi”. Por el retrovisor vio mi cara de incomprensión y volteó un poco la cabeza hacía mí “Significa de casa, por la carretera, a la morgue”. Le increpé por haber interrumpido tan bruscamente el feliz momento, pero fue la frase que resumía a la perfección el sentimiento generalizado de la población. Las jakartas eran máquina de matar. Así que decidí averiguar si se trataba de una mera percepción social o un hecho comprobable. Para tal hazaña y, sin la existencia de ninguna estadística oficial, ni local, ni nacional a mi disposición, decidí hablar con los agentes implicados en la siniestralidad vial: médicos, bomberos y policías.

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FRAGMENTOS DE ETNOGRAFIA III https://mover.cat/diario/fragmentos-de-etnografia-ii-2/ https://mover.cat/diario/fragmentos-de-etnografia-ii-2/#respond Wed, 23 Jun 2021 15:57:36 +0000 https://mover.cat/?p=716 El bar Erobon se encuentra al lado del Mercado de pescado de Boudoudy, en el extremo noroeste de la ciudad, en la orilla del rio Casamance. De hecho, cuando vas de día ves que ponen las sillas literalmente en la orilla. A esa hora, como no tienen luz exterior, siempre nos sentábamos dentro, aunque “dentro” aquí es más bien una forma de definir la separación entre dos espacios que el lugar en sí ya que no tiene paredes, solo techo y columnas. Cuando llegamos aún no estaba, así que nos pedimos dos Flags  y nos sentamos en una esquina para huir del sonido de la televisión que retransmitía fútbol a todas horas. Eran sobre las 19.30h cuando apareció Madien. Era un hombre de unos 40 años bajito y delgado. Con semblante tímido se acercó a Souley, quien nos presentó. Después de los primeros saludos y de que le sirviesen algo de beber, estuvimos hablando aproximadamente una hora. Fue una conversación distendida, pero en momentos parecía que le estuviésemos arrancando las palabras. Me dijo que no hablaba muy bien francés y aunque se defendía más de lo que advirtió, puede que ese fuese el motivo de un tono de voz sigiloso que casi te obligaba a adivinar sus escuetas respuestas. En varias ocasiones tuve que frenar a Souley para que no se adelantara a su discurso, siempre más lento, reflexivo y reposado. Madien Tamba empezó a ser conductor de mototaxi en el 2012, siendo uno de los primeros jakartamans de Ziguinchor, aunque en ese momento no se definía como tal. Era simplemente un transportista que usaba la moto para repartir paquetes. En un principio no realizaba ni siquiera actividades como taxista; de hecho, nadie se imaginaba -ni el propio Madien- que estaba sembrando el embrión del oficio de jakartaman en Ziguinchor. “Éramos solo tres chicos con motos privadas que transportábamos cosas, casi de manera clandestina. Nadie sabía lo que hacíamos, ni los taxistas”. Nos explicó que anteriormente él ya se dedicaba al reparto a pie o en carretilla. “Llevaba cosas de arriba abajo por Ziguinchor”. Sonrió mientras nos contaba que ahora parecía que no existía la comercialización o el intercambio antes de la llegada de las mototaxis. “Los puertos y los mercados funcionaban igual, lo único que ha cambiado ahora es el tiempo, va más rápido”.

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FRAGMENTOS DE ETNOGRAFIA II https://mover.cat/diario/fragmentos-de-etnografia-ii/ https://mover.cat/diario/fragmentos-de-etnografia-ii/#respond Wed, 23 Jun 2021 15:55:52 +0000 https://mover.cat/?p=712 Un día, ya en 2017, que hacía un calor asfixiante y el polvo que sacudían las ruedas de los vehículos al pasar se convertía en una densa neblina que me dificultaba la visión, andaba yo distraída con mis pensamientos por la estación mientras me dirigía al tableau de Cap Skirring cuando vi a lo lejos alguien que gritando mi nombre levantaba la mano. Con un paso ágil y decidido le Général Keta vino hacía mi para preguntarme si todo iba bien. Le expliqué que me iba unos días a Oussouye – destino intermedio entre Ziguinchor y Cap Skirring– y, tan pronto le contesté, me cogió de la mano y me obligó a sentarme en un banco a la sombra. Le intenté decir que gracias a sus explicaciones sobre los tableaux podía gestionar yo el viaje, pero él ya no me escuchaba, ya estaba hablando con todos los del tableau: el que vende los billetes, el chofer, el portador de maletas…, todo mientras revisaba el vehículo donde iba a subir, las ruedas, el motor…. Yo me lo miraba entre atónita y divertida, mientras se iban sumando mujeres de la venta ambulante a ver la escena conmigo y comentar las exigencias del Général Keta. Entonces se me acercó sonriente y me dijo: “Que los pasajeros lleguen bien a su destino solo depende de tres cosas: el vehículo, el chofer y la carretera. La carretera es lo único que no puedo controlar” y me invitó a sentarme en mi sitio del coche satisfecho con su comprobación. Le di 500 CFAs, creo que más que por la ayuda por lo divertido de la escena, los cogió y se fue corriendo mientras yo subía al vehículo, a los pocos segundos volvió con un café y unos chicles que me ofreció a través de la ventana, mientras me decía “para el viaje”. Así era le Général Keta. 

***

El bar Erobon se encuentra al lado del Mercado de pescado de Boudoudy, en el extremo noroeste de la ciudad, en la orilla del rio Casamance. De hecho, cuando vas de día ves que ponen las sillas literalmente en la orilla. A esa hora, como no tienen luz exterior, siempre nos sentábamos dentro, aunque “dentro” aquí es más bien una forma de definir la separación entre dos espacios que el lugar en sí ya que no tiene paredes, solo techo y columnas. Cuando llegamos aún no estaba, así que nos pedimos dos Flags  y nos sentamos en una esquina para huir del sonido de la televisión que retransmitía fútbol a todas horas. Eran sobre las 19.30h cuando apareció Madien. Era un hombre de unos 40 años bajito y delgado. Con semblante tímido se acercó a Souley, quien nos presentó. Después de los primeros saludos y de que le sirviesen algo de beber, estuvimos hablando aproximadamente una hora. Fue una conversación distendida, pero en momentos parecía que le estuviésemos arrancando las palabras. Me dijo que no hablaba muy bien francés y aunque se defendía más de lo que advirtió, puede que ese fuese el motivo de un tono de voz sigiloso que casi te obligaba a adivinar sus escuetas respuestas. En varias ocasiones tuve que frenar a Souley para que no se adelantara a su discurso, siempre más lento, reflexivo y reposado. Madien Tamba empezó a ser conductor de mototaxi en el 2012, siendo uno de los primeros jakartamans de Ziguinchor, aunque en ese momento no se definía como tal. Era simplemente un transportista que usaba la moto para repartir paquetes. En un principio no realizaba ni siquiera actividades como taxista; de hecho, nadie se imaginaba -ni el propio Madien- que estaba sembrando el embrión del oficio de jakartaman en Ziguinchor. “Éramos solo tres chicos con motos privadas que transportábamos cosas, casi de manera clandestina. Nadie sabía lo que hacíamos, ni los taxistas”. Nos explicó que anteriormente él ya se dedicaba al reparto a pie o en carretilla. “Llevaba cosas de arriba abajo por Ziguinchor”. Sonrió mientras nos contaba que ahora parecía que no existía la comercialización o el intercambio antes de la llegada de las mototaxis. “Los puertos y los mercados funcionaban igual, lo único que ha cambiado ahora es el tiempo, va más rápido”.

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FRAGMENTOS DE ETNOGRAFIA https://mover.cat/diario/fragmentos-de-etnografia/ https://mover.cat/diario/fragmentos-de-etnografia/#respond Wed, 23 Jun 2021 15:51:38 +0000 https://mover.cat/?p=708 De enero de 2016 a febrero de 2020 en las poblaciones de Ziguinchor y Oussouye, Baja Casamance, Senegal.

Eran las 9 de la mañana del 9 de febrero de 2016 y le Général Keta [1] llamaba a la puerta de mi casa para acompañarme a la gare routière, la terminal de autobuses de Ziguinchor, situada al noroeste de la ciudad, en el barrio de Goumel, relativamente cerca del centro administrativo de la ciudad. En ese momento tenía alquilada una pequeña habitación en casa de Youssouf, en ese mismo barrio, a unos 10 minutos andando de la estación. La tarde del sábado anterior tomando un té en la terraza y hablando distendidamente de mi investigación, Youssouf expuso que no podía hacer una investigación sobre el transporte en la Casamance sin conocer a le Général Keta. Dicho esto, se dispuso a llamarlo y concretó un encuentro entre los dos para el martes a las 9h. Habituada a que quedar a una hora exacta en Senegal era más bien un ejercicio de aproximación que de puntualidad, me disponía a servirme la taza de café, cuando me sorprendió el timbre de la puerta. Youssouf pasó por mi lado y me anunció: “Le Général Keta”, y fue a abrir. Llegué por detrás y vi como entraba y se daban la mano. Era un hombre de unos 60 años, bajito y delgado; con aire nervioso se quitó la gorrilla que llevaba para sujetarla entre las dos manos y sonreírme. Mientras su boca mostraba unos pocos dientes que dejaban intuir lo que podría ser una vida de excesos, sus ojos brillaban como los de un niño ilusionado. Después de las presentaciones, tomamos un café rápido, el primero de muchos luego, y se esperó en la puerta con su rostro amable mientras yo recogía mis cosas para dirigirnos a la gare.


[1] Apodo que utilizaban todos los que lo conocían en referencia a su pasado militar.

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DIARIO RIDER III https://mover.cat/diario/diario-rider-iii/ https://mover.cat/diario/diario-rider-iii/#respond Wed, 23 Jun 2021 15:44:59 +0000 https://mover.cat/?p=697 Barcelona, 16 de marzo de 2020 (horario tarde-noche). Voy pedaleando por las calles con mi bicicleta repartiendo comida, productos de farmacia y un sin fin de cosas (algunas muy curiosas: desde condones, regalos, paquetes misteriosos, una bombilla de beber mate, frutas, agua, leche, arroz, etc.). Todo es muy poético (o patético) realmente, una ciudad tan vigorosa y libre, la siento triste y vacía.

Pero esta ciudad siempre me muestra su carácter combativo: observo a la gente hablando y haciendo locuras desde los balcones (bailando, poniendo música, gritando, etc.).

Son 20:00 horas y los barceloneses están saliendo a aplaudir a los trabajadores que están en los hospitales jugándose la vida [a veces me imagino que me aplauden a mí mientras recorro las calles, aunque más de alguna vez he escuchado desde un balcón que algún vecino me grita palabras de aliento, Visquen els rider! O Gracias rider! Pero solo sucede algunas veces].

Me siento como un espectro invisible que pedalea por las calles, actualmente vacías de Barcelona. 

Después de trabajar todo la tarde y noche, haciendo repartos varios, comienzo con las horas de madrugada. Desde que comenzó el estado de emergencia Glovo no hace más que darme horas de trabajo, he pasado de que me asignaran 10 horas semanales, ahora puedo escoger hasta 13 horas diarias. Continúo pedaleando,

Plena madrugada, exactamente son las 4:40 de las PM, los pedidos gotean, llegan poco a poco pero cada trayecto que realizo me dada la sensación de que la ciudad ha adquirido tintes fantasmagóricos, voy de camino al barrio de Gracia, para entregar una pizza, subiendo por la calle Gran de Gracia, no hay ni un alma, me pongo atención en los grafitis “anti-pandemia” unos de mis mejores “indicadores” para tomarle la temperatura a la ciudad, aprovecho de tomar una foto.

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Primeros grafitis observados que tratan sobre el COVID19, encontrado en la Vila de Gràcia

Llego al lugar de entrega, compruebo en la app que el cliente vive en la calle Santa Rosa de Vila de Gràcia, toco el timbre, como es ya casi habitual al tocar el timbre me recibe de una mujer joven, de unos de entre 25 a 30 años, al parecer son los jóvenes los que más utilizan este tipo de servicio.

Entrego el paquete, me subo a la bicicleta y continuo mi trayecto, bajando en contra la dirección por Gran de Gracia, me voy al Raval, a la okupa, a la espere que me salga otro pedido. La ciudad está vacía y oscura, me siento como el rey y amo de las calles, voy solo con mi bicicleta por la ciudad… parezco un fantasma. Pero en el trayecto diviso otros de los “invisibles de la pandemia” que aparece cual espectro nocturno: una mujer mayor indigente caminando –de madrugada- cubriéndose la cara con un trapo a modo de mascarilla, me detengo y le hago una foto, y me pongo a pensar en lo duro que resulta todo esto, me imagino aquella mujer podría ser mi madre, mis hermanas, mi abuela que está en chile, me conmuevo y me quiebro emocionalmente, pienso que ese ser no se lo merece.

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Persona mayor en situación de calle, caminando por las calles de Barcelona, de madrugada. Fuente: Elaboración propia.

Me sobrepongo de aquella escena, y me incorporo a mi recorrido, ya voy por paseo de Gràcia y de repente observo una de las escenas más injustas que me ha tocado presenciar hasta el momento.

Por increíble que parezca veo a los mossos d’esquadra (policía de Catalunya) persiguiendo a los que se resisten al confinamiento, a los indigentes que duermen en plaza de Catalunya, no me lo puedo creer, pero veo un policía pasándole la multa a un “sin techo” mientras otra patrulla hace lo mismo con otra persona que había hecho su guarida bajo un árbol… la policía haciendo el ridículo, paso con la bicicleta, me miran con cara de sospecha, no me dicen nada, continúo pedaleando, observo que además de indigentes, riders y policías, las ratas de manera fugaz o escurridiza también han aprovechado de marcan su presencia… se les ve muy activas.   

Ya son las 7:00AM estoy extenuado, ya no puedo más. En esta larga jornada (estoy trabajado de la tarde del día anterior) me he ganado 50€, sin embargo, para poder ganar me he programado más horas de trabajo, hasta las 10:00AM así podré llegar a los 70€, me toca ver el amanecer trabajando.

8:37 horas, suena la alerta de pedido, tengo que ir a la Barceloneta a buscar una caja de cigarros a un quiosco ubicado en la plaza del mercado.

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Diferentes imágenes de la ciudad vacía por el confinamiento, comercios cerrados, las terrazas cerradas, no circulan coches particulares, etc.

Con bastante frio y las rodillas adoloridas, me pongo la mochila y salgo de la casa okupa en bicicleta, la ganas de volver a mi país merecen este esfuerzo.

Voy de camino a la Barceloneta, voy bajando por las Ramblas, observo como amanece la ciudad en cuarentena, peatones caminando a un metro de distancia, practicando lo que comienza a conocerse como “distanciamiento social” (a veces), muchos de ellos acompañados de sus perros (todos salen con los perros ahora.

No veo los niños, los pequeños grandes ausentes que desaparecieron de las plazas, la escuela del Raval está vacía. También desaparecieron los turistas y gran parte de los comercios están cerrados, Barcelona la millor botiga del món (la mejor tienda del mundo) está cerrada por pandemia.

Pero los riders, los peatones enmascarados, abuelos kamikaze, las palomas, los ratones y la policía, se disputan la hegemonía por esta excepcional configuración del espacio urbano.

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Diario rider II https://mover.cat/diario/diario-rider-ii/ https://mover.cat/diario/diario-rider-ii/#respond Wed, 23 Jun 2021 15:24:08 +0000 https://mover.cat/?p=693 15 de marzo de 2020, en las imágenes de a continuación, estoy posando junto con Jorge (compañero de rider de Uber) para una pequeña sesión fotografías que nos hicimos cuando el estado no nos protegió y nos mando a la calle a trabajar. Estamos saliendo a la faena desde de la casa Okupa, nuestra vivienda, listos para a recorrer las calles de esta ciudad, en plena pandemia. Las fotos fueron realizadas por Comandanta Caracola.

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Estoy posando para la foto con mascarilla azul de tela que me regalaron los amigos del Sindicato de Manteros, por medio de su proyecto Top-manta. Cedidas por Comandante Caracola.
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El hecho de que comienzo de la cuarentena nos enviase a trabajar como cual esclavos, sin protección, ni ayuda del estado, fue una situación que nos puso en la “primera línea de fuego” (lo que se traduce en la primera línea de potencial contagio) lo que me despertó mi orgullo de clase. Fuente: Imágenes cedidas por Comandanta Caracola.

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Jorge – rider de Uber- posando para la foto con su equipamiento para la lluvia, guantes y mascarilla de “pintor” (inservible para evitar el contagio). Fuente: Imágenes cedidas por Comandanta Caracola

El día 11 de marzo la OMS declaraba la situación de pandemia del virus saris- COVID18, el 14 de marzo, el reino de España decreto el estado de emergencia sanitaria, y dieron la orden de establecer cuarentenas en todo el territorio. En este decreto, se establecieron las actividades que se podrían realizar con teletrabajo y los empleos protegidos por los ERTES, es decir, trabajadores que los enviaron a casa con un pago y también se listaron las actividades esenciales que continuarían desarrollando su actividad como el personal sanitario y otras categorías más. En estas actividades esenciales también entraron los repartidores, es decir, a diferencia de otros trabajos esta actividad no recibiera ninguna ayuda de estado, solo el derecho a seguir trabajando en tiempo de pandemia.

Situación bastante curiosa, los rider al ser un colectivo bastante desconocido quedaron en una situación muy vulnerable, sin acceso a mascarillas, guantes o gel alcohólico, no había mascarillas en las farmacias y la empresa GLOVO al comienzo no se hizo cargo de este problema, no nos dio nada, solo se limitó a enviar por la app un protocolo de seguridad para realizar las entregas. Luego, debido a las protestas de RiderxDerechos, un colectivo al cual me refiero más adelante, que puso grito en el cielo para que Glovo repartiera guantes y mascarillas ¿A cuántas personas puede llegar a contagiar un rider incauto y asintomático?

 Pero en mi caso y el caso de mis compañeros de casa (también riders) tuvimos la suerte de vivir en el Raval, justo al costado de la okupa del colectivo de manteros TOP-manta del Sindicato de Manteros, ellos – que habida y cuenta sus experiencias y conocimientos- rápidamente montaron una fábrica de mascarillas y nos proveyeron de este material de forma gratuita, solo nos bastaba con pasarnos por la tienda ubicada en calle Roig #21 para que nos dieran de forma gratuita un paquete de 5 mascarillas de tela y que “no haga falta”. Y fue así como llegué a convertirme un rider en tiempos de pandemia, lo que he escrito hasta aquí ha sido un esfuerzo por dar detalles del contexto de inicio o lo que en términos etnográfico seria lo que se entiende como inserción el campo, seguramente hay más detalles que se me escapan pero aquí, a modo de introducción, antes de comenzar a exponer mis observaciones, os he explicado de manera detallada cómo he hecho estas observaciones, a través de un singular dispositivo de observación: con un bicicleta convencional, una mochila, una teléfono o smartphone con cámara (para sacar fotos) y con la app de repartidor de glovo instalada. Este ha sido el equipamiento que me ha hecho posible ensamblar un dispositivo de observación móvil, desde el cual he ido componiendo las notas que dan forma a este ensayo, pedaleando por la ciudad,  repartiendo comida y productos de primera necesidad para muchas personas que no se asomaron a la puerta por miedo al contagio y que, a vista de los resultados preliminares, es una narración pensada en aquellos otros héroes o heroínas sin privilegios, que no tuvieron el privilegio de quedarse en casa -bien cuidados-, a salvo de la peste, y que no salen en la televisión ni en la radio, tampoco nadie los aplaude.

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Diario Rider I https://mover.cat/diario/hola-mundo/ https://mover.cat/diario/hola-mundo/#comments Wed, 10 Feb 2021 10:23:43 +0000 https://mover.cat/?p=1 A principios del año 2020 tenía planes ir a Chile, a realizar mi proyecto postdoctoral relacionado con la accesibilidad sénior o la accesibilidad para personas mayores, desde hace años que me he estado dedicando a estudiar los problemas que experimentan los peatones ciegos para cruzar las calles de Barcelona, un esfuerzo que se tradujo en la asignación de una beca para seguir con mis indagaciones en torno a este tema.

Sin embargo, necesitaba ingresos mínimos para sobrevivir hasta que se activaran el dinero de la beca (en el mes de abril 2020), y habida cuenta de la escases de oportunidades laborales en el mundo de la academia y que mi estilo de vida okupa me daba ciertos grados de libertad (trabajar poco, no pagar facturas), tome la decisión de dedicarme trabajar como repartidor o rider por unos meses hasta poder marchar a Chile en el mes de marzo, un trabajo hasta entonces desconocido para mí, pero que mis compañeros de casa realizaban desde hace un tiempo para obtener unos ingresos bajos pero suficientes para “ir haciendo”, ellos me explicaron más o menos cómo funciona este trabajo (si se le puede categorizar así), el hecho que yo me sumara a esta actividad términos por convertir nuestra okupa (llamada “espacio del inmigrante – can cara” ubicada en el centro del Raval) en cierto tipo improvisado de “estación rider”, nos hicimos de bicicletas, repuestos, herramientas, si había algo muy complicado de arreglar nos íbamos al taller de bicicletas “ajo bike” de unos amigos búlgaros,  que siempre nos han hecho un buen precio por las reparaciones,, nuestros amigos rider pasaban por casa a saludar, a buscar algún tipo de herramienta, a descansar, hablar, etc.

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Imagen 1. Interior de la casa Okupa convertida – de facto- una estación rider, Jorge -compañero de casa y oficio – posa para la foto sujetando su bicicleta. Fuente: Elaboración propia.

Fue así como comencé a ser repartidor de Glovo. Todo iba bien, el trabajo de rider me situaba en una situación bastante especial, en principio tenía muy pocas horas asignadas, es decir, Glovo me daba unas tres horas de colaboración, suficiente para tener un mínimo de ingresos de manera flexible, no era una actividad central en mi vida ni tampoco ocupaba un lugar en mi programa de actividades como etnógrafo. 

Pero todo cambio, a medida que febrero de 2020 avanzaba, la COVID-19 poco a poco se acercaba a Barcelona, el virus ya hacia estragos en Wu-han y en Bérgamo y poco a poco comenzaba a entrar en la Península, hasta que en marzo el virus se presentó en Barcelona. Y todos mis planes saltaron por los aires.

Comenzó así lo que para efectos de este ensayo llamo por etnografía rider (a falta de un nombre mejor que decidan los jefes del proyecto), que es un giro en mi mirada, mi experiencia y percepción de la ciudad. Podría decir, que a pesar de la desgracia que ha supuesto el virus, una pandemia y los desastres socioeconómicos que puede producir, considero que para un científico social es quizá el equivalente de lo que para un astrónomo podría ser una supernova o gran evento cósmico, tener la oportunidad extraordinaria – de ser un rider- en situación histórica que vale la pena describirla.

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