15 de marzo de 2020, en las imágenes de a continuación, estoy posando junto con Jorge (compañero de rider de Uber) para una pequeña sesión fotografías que nos hicimos cuando el estado no nos protegió y nos mando a la calle a trabajar. Estamos saliendo a la faena desde de la casa Okupa, nuestra vivienda, listos para a recorrer las calles de esta ciudad, en plena pandemia. Las fotos fueron realizadas por Comandanta Caracola.
El día 11 de marzo la OMS declaraba la situación de pandemia del virus saris- COVID18, el 14 de marzo, el reino de España decreto el estado de emergencia sanitaria, y dieron la orden de establecer cuarentenas en todo el territorio. En este decreto, se establecieron las actividades que se podrían realizar con teletrabajo y los empleos protegidos por los ERTES, es decir, trabajadores que los enviaron a casa con un pago y también se listaron las actividades esenciales que continuarían desarrollando su actividad como el personal sanitario y otras categorías más. En estas actividades esenciales también entraron los repartidores, es decir, a diferencia de otros trabajos esta actividad no recibiera ninguna ayuda de estado, solo el derecho a seguir trabajando en tiempo de pandemia.
Situación bastante curiosa, los rider al ser un colectivo bastante desconocido quedaron en una situación muy vulnerable, sin acceso a mascarillas, guantes o gel alcohólico, no había mascarillas en las farmacias y la empresa GLOVO al comienzo no se hizo cargo de este problema, no nos dio nada, solo se limitó a enviar por la app un protocolo de seguridad para realizar las entregas. Luego, debido a las protestas de RiderxDerechos, un colectivo al cual me refiero más adelante, que puso grito en el cielo para que Glovo repartiera guantes y mascarillas ¿A cuántas personas puede llegar a contagiar un rider incauto y asintomático?
Pero en mi caso y el caso de mis compañeros de casa (también riders) tuvimos la suerte de vivir en el Raval, justo al costado de la okupa del colectivo de manteros TOP-manta del Sindicato de Manteros, ellos – que habida y cuenta sus experiencias y conocimientos- rápidamente montaron una fábrica de mascarillas y nos proveyeron de este material de forma gratuita, solo nos bastaba con pasarnos por la tienda ubicada en calle Roig #21 para que nos dieran de forma gratuita un paquete de 5 mascarillas de tela y que “no haga falta”. Y fue así como llegué a convertirme un rider en tiempos de pandemia, lo que he escrito hasta aquí ha sido un esfuerzo por dar detalles del contexto de inicio o lo que en términos etnográfico seria lo que se entiende como inserción el campo, seguramente hay más detalles que se me escapan pero aquí, a modo de introducción, antes de comenzar a exponer mis observaciones, os he explicado de manera detallada cómo he hecho estas observaciones, a través de un singular dispositivo de observación: con un bicicleta convencional, una mochila, una teléfono o smartphone con cámara (para sacar fotos) y con la app de repartidor de glovo instalada. Este ha sido el equipamiento que me ha hecho posible ensamblar un dispositivo de observación móvil, desde el cual he ido componiendo las notas que dan forma a este ensayo, pedaleando por la ciudad, repartiendo comida y productos de primera necesidad para muchas personas que no se asomaron a la puerta por miedo al contagio y que, a vista de los resultados preliminares, es una narración pensada en aquellos otros héroes o heroínas sin privilegios, que no tuvieron el privilegio de quedarse en casa -bien cuidados-, a salvo de la peste, y que no salen en la televisión ni en la radio, tampoco nadie los aplaude.